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Si los proabortistas quieren suicidarse intelectualmente y negar los hechos científicos, es su problema. Pero una sociedad civilizada no tiene por qué financiar su visión anticientífica ni aceptar sus consecuencias inhumanas.
Si los proabortistas quieren suicidarse intelectualmente y negar los hechos científicos, es su problema. Pero una sociedad civilizada no tiene por qué financiar su visión anticientífica ni aceptar sus consecuencias inhumanas.