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Hasta ahora, los poetas tenían el privilegio de insertar una cierta proporción de tonterías -muy superior a la mitad del uno por ciento- en sus documentos, por lo demás sobrios.
Hasta ahora, los poetas tenían el privilegio de insertar una cierta proporción de tonterías -muy superior a la mitad del uno por ciento- en sus documentos, por lo demás sobrios.