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El conocimiento es alabado y deseado por multitudes a quienes sus encantos nunca podrían despertar del lecho de la pereza; a quienes la más leve invitación al placer aleja de sus estudios; a quienes cualquier otro método de pasar el día es más adecuado que el uso de los libros, y a quienes cualquier conversación les atrae más fácilmente que aquella que pueda rectificar sus nociones o ampliar su comprensión.