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Aunque la vida de una persona esté en una tierra llena de espinas y malas hierbas, siempre hay un espacio en el que puede crecer la buena semilla. Hay que confiar en Dios.
Aunque la vida de una persona esté en una tierra llena de espinas y malas hierbas, siempre hay un espacio en el que puede crecer la buena semilla. Hay que confiar en Dios.