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Esto nos lleva a una pregunta: si mucha gente está a favor de un determinado proyecto, ¿es necesariamente correcto? Si la gran mayoría está a favor, ¿es aún más seguro que sea correcto? Este es uno de los puntos delicados de la democracia. La minoría a menudo resulta tener razón, y aunque uno crea en la eficacia del proceso democrático, también tiene que reconocer que la demanda de muchos para un proyecto concreto en un momento determinado puede significar sólo el desastre.