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Porque mientras las cansadas olas, rompiendo en vano, no parecen ganar aquí ni una dolorosa pulgada, muy atrás, a través de arroyos y ensenadas, llega silenciosa, inundando, la corriente. Y no sólo por las ventanas del este, Cuando llega la luz del día, llega la luz; Delante el sol sube despacio, ¡qué despacio! Pero hacia el oeste, mira, ¡la tierra es brillante!