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Está claro que lo que Dios quiere por encima de todo es nuestra voluntad, que recibimos como don gratuito de Dios en la creación y poseemos como si fuera nuestra. Cuando un hombre se ejercita en actos de virtud, lo hace con la ayuda de la gracia de Dios, de quien proceden todos los bienes. La voluntad es lo que el hombre tiene como posesión única