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Aunque tratemos de ser mansos y evitar las disputas, no debemos comprometer ni diluir nuestro compromiso con las verdades que entendemos. No debemos renunciar a nuestras posiciones ni a nuestros valores. El Evangelio de Jesucristo y los pactos que hemos hecho nos colocan inevitablemente como combatientes en la eterna contienda entre la verdad y el error. no hay término medio en esa contienda.