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El que tiene ojos para ver y oídos para oír puede convencerse de que ningún mortal puede guardar un secreto. Si sus labios callan, parlotea con las yemas de los dedos; la traición le rezuma por todos los poros.
El que tiene ojos para ver y oídos para oír puede convencerse de que ningún mortal puede guardar un secreto. Si sus labios callan, parlotea con las yemas de los dedos; la traición le rezuma por todos los poros.