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Vivimos en una sociedad capitalista adquisitiva que es fundamentalmente antifamiliar y que se siente incómoda con el simple hecho de disfrutar de ser humano. Preferimos comprar a vivir, adquirir a amar y mirar una pantalla a abrazarnos.
Vivimos en una sociedad capitalista adquisitiva que es fundamentalmente antifamiliar y que se siente incómoda con el simple hecho de disfrutar de ser humano. Preferimos comprar a vivir, adquirir a amar y mirar una pantalla a abrazarnos.