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El signo de nuestro tiempo es que la dignidad de la personalidad humana no tiene cabida: la época es, al igual que sus leyes, impersonal, su corazón como de piedra... . Sin embargo, cuando nos detienen, en nombre de esas leyes, morimos como perros, sin que ni el verdugo ni la víctima hagan ruido. Porque tiene que jadear para respirar toda su vida, jadear para respirar es la única salida del hombre de hoy.