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Caballeros ancianos, gentiles en todos los aspectos, amables con los animales, queridos por los niños y aficionados a la música, son encontrados en rincones solitarios de las colinas, hurgando en los fosos de arena o en las matas de hierba, y murmurando con una furia ciega e ingobernable elaboradas maldiciones que no podrían extraerse de ellos mediante el robo o el asesinato. Hombres que se enfrentarían a la tortura sin decir una palabra se convierten en blasfemos en el decimocuarto corto. Está claro que el juego del golf bien puede incluirse en esa categoría de provocaciones intolerables que pueden excusar o mitigar legalmente un comportamiento que de otro modo no sería excusable.