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  • Cuando llegaste por primera vez, me acariciaste e hiciste mucho de mí; me dabas agua con bayas en ella; y me enseñaste cómo nombrar la luz más grande, y cómo la menos, que arden de día y de noche; y entonces te amé y te mostré todas las cualidades de la isla, los manantiales frescos, los pozos de salmuera, el lugar estéril y fértil.

    William Shakespeare (1998). “Four Late Plays”, p.357, Wordsworth Editions