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¿Por qué has de preocuparte de si Dios quiere que llegues a la patria celestial por el camino del desierto o por el de los campos, cuando tanto por el uno como por el otro se llega igualmente a la bienaventurada Eternidad? Aleja de ti la excesiva preocupación que surge de las pruebas que el buen Dios quiere visitarte.