Muchas veces he asistido a reuniones de personas que, según los criterios de la cultura tradicional, se consideran muy cultas y que han expresado con gran entusiasmo su incredulidad ante el analfabetismo de los científicos. Una o dos veces me he sentido provocado y he preguntado a la concurrencia cuántos de ellos podrían describir la Segunda Ley de la Termodinámica. La respuesta ha sido fría: también negativa. Sin embargo, yo preguntaba algo que es más o menos el equivalente científico de: ¿Han leído alguna obra de Shakespeare?