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  • Cuando más tarde [San José] llevó al Niño en sus brazos, brotaron constantemente en su corazón actos de fe amorosa. Era una adoración que agradaba más al Señor que la que recibe en el cielo. Imaginaos a San José, adorando al Niño en sus brazos como a su Dios. Habla de su disposición a morir por Cristo, de todos sus planes para promover la gloria de Cristo y ganar más almas para su amor. Ningún amante hace planes más brillantes para su amada que un santo.