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No es odioso decir que una acción inmoral es pecado. Al contrario, lo más compasivo que podemos hacer es ayudar a las personas a apartarse del pecado. Ignorar las malas acciones de otra persona es un signo de apatía o indiferencia, mientras que la corrección fraterna está motivada por el amor al bienestar de esa persona, como puede verse por el hecho de que nuestro Señor Jesús mismo instó a tal corrección. De hecho, la llamada al arrepentimiento está en el corazón del Evangelio, como proclamó Jesús: "El Reino de Dios está cerca. Arrepentíos y creed en la Buena Nueva" (Marcos 1:15).