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Estoy en la orilla del mar. Un barco despliega sus velas blancas a la brisa de la mañana y parte hacia el océano. Me quedo mirándolo hasta que se desvanece en el horizonte, y alguien a mi lado dice: "Se ha ido". ¿Se ha ido adónde? La pérdida de visión está en mí, no en ella. Justo en el momento en que alguien dice: "Se ha ido", hay otros que la están viendo llegar. Otras voces retoman el grito de alegría: ¡Aquí viene! Eso es morir.