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América es un país grande y su pueblo no ha mostrado hasta ahora mucho interés por los grandes problemas internacionales, entre los cuales el problema del desarme ocupa hoy el primer lugar. Esto debe cambiar, aunque sólo sea por el propio interés de América. La última guerra ha demostrado que ya no existen barreras entre los continentes y que los destinos de todos los países están estrechamente entrelazados. El pueblo de este país debe darse cuenta de que tiene una gran responsabilidad en la esfera de la política internacional. El papel de espectador pasivo es indigno de este país y está abocado al desastre.