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Cuán efímeros son los deseos y los esfuerzos del hombre, cuán corto su tiempo y, por consiguiente, cuán pobres serán sus productos, comparados con los acumulados por la naturaleza durante períodos geológicos enteros. ¿Podemos extrañarnos, entonces, de que las producciones de la naturaleza sean mucho más "verdaderas" en su carácter que las producciones del hombre; que estén infinitamente mejor adaptadas a las condiciones más complejas de la vida, y que lleven claramente el sello de un trabajo mucho más elevado?