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La Biblia deja clara una verdad básica que a los humanos egocéntricos nos cuesta aceptar, a saber, que el universo natural no fue creado principalmente para nosotros. No cabe duda de que Dios quiere que disfrutemos de él e incluso que utilicemos sus recursos para optimizar una buena vida para nosotros mismos. Pero el fin último de la creación es la adoración. La naturaleza y todos los seres vivos fueron creados para glorificar a Dios.