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El placer de la elocuencia se debe en gran parte al estímulo de la ocasión que la produce, a la magia de la simpatía, que exalta el sentimiento de cada uno irradiando sobre él el sentimiento de todos.
El placer de la elocuencia se debe en gran parte al estímulo de la ocasión que la produce, a la magia de la simpatía, que exalta el sentimiento de cada uno irradiando sobre él el sentimiento de todos.