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Ven, noche que se asoma, Escarba el tierno ojo del lastimoso día, Y con tu mano sangrienta e invisible Cancela y rompe en pedazos ese gran lazo Que me mantiene pálido. La luz se hace más densa, y el cuervo alza el vuelo hacia el bosque de grajos. Las cosas buenas del día empiezan a decaer y dormitar, mientras los negros agentes de la noche se levantan a su presa.