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Duerme, nena, en el suelo, cansada de tanto jugar, Duerme con una sonrisa más dulce por la que te dejaste caer. En la redondez de tus rizos se yerguen serenas luces doradas... Una mejilla, empujada por la mano, pliega el hoyuelo en su interior.
Duerme, nena, en el suelo, cansada de tanto jugar, Duerme con una sonrisa más dulce por la que te dejaste caer. En la redondez de tus rizos se yerguen serenas luces doradas... Una mejilla, empujada por la mano, pliega el hoyuelo en su interior.