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Nunca hagamos el mal, porque nuestros oponentes lo hicieron. Más bien, al hacer el bien, mostrémosles lo que deberían haber hecho, y establezcamos como norma los dictados de la razón y de la conciencia, más que los de las pasiones airadas.
Nunca hagamos el mal, porque nuestros oponentes lo hicieron. Más bien, al hacer el bien, mostrémosles lo que deberían haber hecho, y establezcamos como norma los dictados de la razón y de la conciencia, más que los de las pasiones airadas.