-
Dulce es la sonrisa del niño al despertar, y dulce el descanso del anciano, pero la madurez no es bendecida por el afecto, ni por la calma tranquilizadora.
Dulce es la sonrisa del niño al despertar, y dulce el descanso del anciano, pero la madurez no es bendecida por el afecto, ni por la calma tranquilizadora.