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  • El discurso hablado puede arrollar con fuerza como la gran marejada; pero, como la ola, muere al fin débilmente en las arenas. Es escuchado por pocos, recordado por menos aún, y se desvanece, como un eco en las montañas, sin dejar ninguna señal de poder. Es el discurso humano escrito, que dio poder y permanencia al pensamiento humano.