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El cuerpo de toda religión verdadera consiste, sin duda, en la obediencia a la voluntad del Soberano del mundo, en la confianza en sus declaraciones y en la imitación de sus perfecciones.
El cuerpo de toda religión verdadera consiste, sin duda, en la obediencia a la voluntad del Soberano del mundo, en la confianza en sus declaraciones y en la imitación de sus perfecciones.