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  • Yo consideraba que la personalidad del pintor debía mantenerse al margen y, por tanto, los cuadros debían ser anónimos. Fui yo quien decidió que los cuadros no debían ir firmados, y durante un tiempo Picasso hizo lo mismo.

    "Cartas de los grandes artistas - De Blake a Pollock". Libro de Richard Friedenthal, traducción de Daphne Woodward, p. 265, 1963.