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Humanamente hablando, es posible entender el Sermón de la Montaña de mil maneras distintas. Pero Jesús sólo conoce una posibilidad: la simple entrega y obediencia: no interpretarlo ni aplicarlo, sino hacerlo y obedecerlo. Esa es la única manera de escuchar sus palabras. No quiere que lo discutamos como un ideal. Quiere que nos pongamos manos a la obra.