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El truco del billete de 50 dólares -pregunta quién lo quiere incluso después de pisotearlo- la moraleja es que, le hagamos lo que le hagamos, sigue valiendo 50 dólares. Nosotros, como seres humanos, tampoco perdemos nunca nuestro valor a pesar de que a veces nos sintamos deprimidos, desanimados o inútiles.