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Creo que el bicentenario nos brinda la oportunidad no sólo de expresar lo profundamente vergonzosa que fue la trata de esclavos -condenamos totalmente su existencia y elogiamos a quienes lucharon por su abolición-, sino también de expresar nuestro profundo pesar por el hecho de que pudiera llegar a producirse y alegrarnos por los tiempos mejores que vivimos hoy.