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Todas las falsas prácticas y afecciones del conocimiento son más odiosas para Dios, y merecen serlo para los hombres, de lo que puede serlo cualquier falta o defecto de conocimiento.
Todas las falsas prácticas y afecciones del conocimiento son más odiosas para Dios, y merecen serlo para los hombres, de lo que puede serlo cualquier falta o defecto de conocimiento.