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  • No podemos permitirnos discrepar en la cuestión de la honestidad si esperamos que nuestra república perdure permanentemente. La honestidad no es tanto un mérito como un prerrequisito absoluto para un servicio eficiente al público. A menos que un hombre sea honesto, no tenemos derecho a mantenerlo en la vida pública; no importa cuán brillante sea su capacidad.

    Theodore Roosevelt (1901). “The Strenuous Life: Essays and Addresses”
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