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Los animales comparten con nosotros el privilegio de tener alma ¡Ay, qué maldad tragar carne en nuestra propia carne, engordar nuestros cuerpos codiciosos atiborrando otros cuerpos, hacer que una criatura viva se alimente de la muerte de otra! En medio de tanta riqueza como la que proporciona la tierra, la mejor de las madres, nada os satisface, sino comportaros como los cíclopes, infligiendo lamentables heridas con crueles dientes. No podéis aplacar las hambrientas ansias de vuestros malvados y glotones estómagos si no es destruyendo alguna otra vida.