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Hazlo todo con calma y tranquilidad. Haz todo lo que puedas tan bien como puedas. Esfuérzate por ver a Dios en todas las cosas sin excepción, y consiente a su voluntad con alegría. Hazlo todo por Dios, uniéndote a Él de palabra y de obra. Camina muy sencillamente con la Cruz del Señor y estate en paz contigo mismo.