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Compatriotas, nuestra larga pesadilla nacional ha terminado. Nuestra Constitución funciona; nuestra gran República es un gobierno de leyes y no de hombres. Aquí gobierna el pueblo. Pero hay un Poder superior, cualquiera que sea el nombre con que lo honremos, que ordena no sólo la rectitud sino el amor, no sólo la justicia sino la misericordia.