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¡Oh, estos días de montaña, vastos, tranquilos, sin medida, que incitan a la vez al trabajo y al descanso! Días en cuya luz todo parece igualmente divino, abriendo mil ventanas para mostrarnos a Dios. Nunca más, por cansado que esté, debe desfallecer por el camino quien obtiene las bendiciones de un día de montaña; cualquiera que sea su suerte, larga vida, corta vida, tempestuosa o tranquila, es rico para siempre.