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Estas pulverizaciones, polvos y aerosoles se aplican ahora casi universalmente en granjas, jardines, bosques y hogares: productos químicos no selectivos que tienen el poder de matar a todos los insectos, los "buenos" y los "malos", de acallar el canto de los pájaros y el salto de los peces en los arroyos, de cubrir las hojas con una película mortal y de permanecer en el suelo, todo ello aunque el objetivo previsto sean sólo unas pocas malas hierbas o insectos. ¿Puede alguien creer que es posible arrojar semejante aluvión de venenos sobre la superficie de la tierra sin hacerla inservible para la vida? No deberían llamarse "insecticidas", sino "biocidas".