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Sensible a la importancia de la piedad y la virtud cristianas para el orden y la felicidad de un estado, no puedo sino recomendaros encarecidamente todas las medidas para su apoyo y fomento... Las costumbres, por las cuales no sólo la libertad, sino la existencia misma de las repúblicas, se ven grandemente afectadas, dependen mucho de las instituciones públicas de la religión y de la buena educación de la juventud; en ambos casos nuestros padres sentaron sabios cimientos, por los cuales su posteridad ha tenido razones para bendecir su memoria.