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Con estas enormes ventajas, ordinarias y extraordinarias, uno habría supuesto que el Norte se habría contentado, y al menos habría respetado la seguridad y tranquilidad de tan obedientes y provechosos hermanos; pero tal no es la naturaleza humana.
Con estas enormes ventajas, ordinarias y extraordinarias, uno habría supuesto que el Norte se habría contentado, y al menos habría respetado la seguridad y tranquilidad de tan obedientes y provechosos hermanos; pero tal no es la naturaleza humana.