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Todo el mundo salvaje es hermoso, y poco importa adónde vayamos, a tierras altas o bajas, bosques o llanuras, en el mar o en la tierra o abajo entre los cristales de las olas o en lo alto de un globo en el cielo; a través de todos los climas, calientes o fríos, tormentas y calmas, en todas partes y siempre estamos en la belleza y el amor eternos de Dios. Tan universalmente cierto es esto, que el lugar donde nos toca estar siempre parece el mejor.