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El verano pasado pedí a algunas de las mentes educativas más destacadas de este país que abordaran este problema. Les di una única instrucción: averiguar cómo podemos invertir mejor cada dólar de la educación para que haga el mayor bien posible. Su apoyo y el de todos los principales grupos educativos demuestra que hicieron su trabajo mejor de lo que yo esperaba, porque por primera vez hemos logrado encontrar objetivos que nos unen en lugar de dividirnos.