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Las arboledas y matorrales de árboles más pequeños están llenos de enredaderas perennes en flor. Estas enredaderas no están dispuestas en grupos separados ni en delicadas guirnaldas, sino formando pesados montículos. Me siento como en tierra extraña. No conozco casi ninguna de las plantas, pero sí pocos pájaros, y soy incapaz de ver el país por los solemnes, oscuros y misteriosos bosques de cipreses que lo cubren todo.