Los verdaderos cristianos son los verdaderos ciudadanos, elevados de propósito, resueltos en el empeño, listos para las hazañas de un héroe, pero sin menospreciar nunca su tarea porque sea arrojada en el día de las pequeñeces; desdeñosos de la bajeza, despiertos a sus propios deberes así como a sus derechos, siguiendo la ley superior con reverencia, y en este mundo haciendo todo lo que esté a su alcance, para que cuando llegue la muerte puedan sentir que la humanidad es en algún grado mejor porque ellos vivieron.