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Como hace 189 años, hoy la causa de América es una causa revolucionaria. Y esta mañana me enorgullece saludarles como compañeros revolucionarios. Ni ustedes ni yo estamos dispuestos a aceptar la tiranía de la pobreza, ni la dictadura de la ignorancia, ni el despotismo de la mala salud, ni la opresión de los prejuicios y la intolerancia. Queremos el cambio. Queremos progreso. Lo queremos tanto en el extranjero como en casa y nos proponemos conseguirlo.