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Lamento que las divinidades infernales, que visitan a la humanidad con enfermedades y, por tanto, están en guerra perpetua con los médicos, me hayan impedido ver hoy a todos vosotros, grandes hombres, en el Soho. ¡qué invenciones, qué ingenio, qué retórica, metafísica, mecánica y pirotécnica, estarán al vuelo, lanzadas como un volante de uno a otro de vuestra tropa de filósofos, mientras que yo, pobre de mí, yo solo, imprizon'd en una silla de posta, soy sacudido, y empujado, y golpeado, y magullado a lo largo del camino del Rey, para hacer la guerra a una viruela o una fiebre!