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Hay algunos, lo sé, que ven el embellecimiento como un adorno, como un extra, o como algo tan lujoso como para posponerlo. Pues bien, a mí me impacientan porque estoy convencido de que la belleza y el orden en nuestro entorno no son florituras. Estoy convencido de que son necesidades urgentes porque determinarán si nuestros nietos podrán vivir en una tierra decente o si estarán rodeados de relucientes basureros.