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La no violencia es un arma tan poderosa como justa. Si te enfrentas a un hombre que lleva mucho tiempo abusando cruelmente de ti y le dices: "Castígame, si quieres; no lo merezco, pero lo aceptaré, para que el mundo sepa que yo tengo razón y tú no", entonces empuñas un arma poderosa y justa. Este hombre, tu opresor, queda automáticamente derrotado moralmente, y si tiene algo de conciencia, se avergüenza.