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Que el negro marche. Que haga peregrinaciones al ayuntamiento. Que haga marchas por la libertad. Y, sobre todo, esfuércense por comprender por qué debe hacerlo. Porque si se permite que su frustración y desesperación sigan acumulándose, millones de negros buscarán consuelo y seguridad en las ideologías nacionalistas negras. Y esto, inevitablemente, conduciría a una espantosa pesadilla racial.